lunes, 20 de mayo de 2013

El nacimiento del Sol

Los dioses estaban tristes porque en la Tierra no había luz, no había noches ni días. El Señor de los Caracoles se enteró del problema y, muy vanidoso, se presentó ante los dioses y dijo: -Yo merezco brillar. Yo seré el Sol. Pero entre la audiencia, alguien levantó la mano. Todos se sorprendieron, era el Señor de las Heridas (el más despreciado por los dioses). -Yo quiero competir-dijo el Señor de las Heridas. Había dos candidatos para transformarse en el Sol: El Señor de los Caracoles y el Señor de las Heridas. Se organizó una competencia entre ambos. El Señor de los Caracoles presumía, muy vanidoso, de sus hermosas ropas. En cambio el Señor de las Heridas llevaba puesto unos pobres y sucios harapos. Sin embargo, a medida que pasaban las pruebas, el Señor de los Caracoles demostró ser un cobarde y el Señor de las Heridas era muy valiente. Llegó el momento de la prueba decisiva: los dioses se sentaron alrededor de la hoguera sagrada. Los dos contendientes debían entrar en las llamas para transformarse en el Sol. El Señor de los Caracoles avanzó primero, pero retrocedió porque sintió miedo y, tuvo que retirarse avergonzado. En cambio el Señor de las Heridas avanzó sin temor en las enormes lenguas de fuego. Al ver esto, el Señor de los Caracoles, no soportó la idea de ser menos que el Señor de las Heridas y entró también al fuego. De pronto en el cielo apareció el disco radiante del Sol. Era el Señor de las Heridas que se había transformado para dar luz a los hombres. Pero había en el cielo un disco de menor tamaño y de luz blanca. Era el Señor de los Caracoles, quién no tenía luz propia, y se había convertido en la Luna. -Dos discos luminosos no pueden brillar al mismo tiempo- sostuvo un dios-. La luz del Sol es suficiente para los días, no hace falta más. -En cambio, de noche, cuando el Sol descansa, podría sustituirlo la Luna, su luz no es tan potente, pero es hermosa-dijo otro dios. -Entonces, hay que separarlos, acordaron todos los dioses: El Sol irradia su luz y calor de día, mientras que la Luna ilumina las noches oscuras con su reflejo apagado. Mito teotihuacano (México)
 

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