Acércate luminosa y admirable,
y deja indelebles huellas al andar,
que no queden corazones ni rosas
ni extasiados suspiros por brindar.
Mírame soberana y vulnerable,
atrápame en la luz de tus pupilas,
quiero descubrir nuevos colores
y todas las maravillas escondidas.
Abrázame incorpórea y palpable,
que el mundo se quiebre a mis pies,
necesito perderme en una vorágine
donde la fantasía me alucine la piel.
Muéstrate asombrosa e indudable,
que la realidad huela a tu ensueño,
y se perciban a través de tu esencia
terrenales visiones orladas de cielo.
Eclípsame irrespetuosa y sublime,
que los sentidos presten reverencia...
¡Sedúceme en la dulzura de tu miel
y cautiva mi ilusión sin clemencia!