A las afueras de Tarragona existe una
finca llamada Mas Morató. Cerca de la actual entrada había, hasta los
primeros años del pasado siglo XX, una encina enorme, varias veces
centenaria, que todo el mundo conocía como “la encina del dolor”.
Cuenta la leyenda que, hace unos
siglos, vivía en la masia una familia con una hija única, “la pubilla”.
También vivía con la familia un tío soltero al que daban albergue casi
por compasión. Era un hombre arisco que despertaba las antipatías de
cuantos le conocían.
La pubilla, hermosa y alegre,
estaba enamorada de un joven, muy buena persona pero de condición
modesta, vecino del cercano pueblo de la Secuita.
Al tío no le gustaba la relación ya que estaba convencido de que cuando se casara la pubilla con el joven, le echarían de casa.
Esta idea se convirtió en una obsesión y continuamente pensaba en cómo deshacer aquel futuro matrimonio.
Aprovechando que el joven iba y
venía del pueblo al acabar su jornada, de noche, para visitar a su
amada, el tío lo esperó oculto en la oscuridad y lo asesinó a golpes de
hacha. Después arrojó su cuerpo junto a una finca cercana.
Posteriormente su extraña
conducta le traicionaba constantemente y le puso bajo sospecha. Un día,
viendo acercarse a los guardias, huyó y jamás volvió a saberse de él,
confirmando las sospechas generales.
La muchacha, al comprender la
tragedia, se sumió en una profunda desesperación. Al cabo de unos días,
los payeses que con sus carros pasaban por la carretera vieron su cuerpo
colgado de la gran encina.
Dicen que desde aquel día las
ramas de la encina crecieron hacia abajo y la llamaron “la encina del
dolor” en recuerdo de lo ocurrido.
Hoy existe el lugar, pero ni rastro de la encina.
http://www.tarragona-goig.org/tarragones/jnoguera1.htm